lunes, 25 de mayo de 2015

LA ÚLTIMA CHARLA CON OTTO. Por ARMANDO BARONA MESA. Cali, Mayo 25, 2015

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LA ÚLTIMA CHARLA CON OTTO
                                            ARMANDO BARONA MESA

Don Otto Morales Benítez dejó de ser un habitante de este mundo; y con la naturalidad propia de su existencia, simplemente se durmió para siempre y dejó de respirar. No es que quisiera morirse, no, pues amaba la vida como ninguno otro. Pero siempre supo que ese era el destino seguro e inexorable de los hombres y estaba preparado, como Antonio Machado, para ese largo camino de la muerte, ligero de equipaje y después de haber cumplido a plenitud su misión en la vida. Juan José Saavedra escribe bellamente que no hay un minuto más ni uno menos que los que fijó una mano poderosa en el destino y por eso, cuando todo anunciaba su final, Juan José siguió viviendo –y espero que por mucho tiempo más-. En el caso de Otto, como lo dijo su mayorazgo Olimpo, se murió de vejez.
         No será un lugar común que agregue que este hombre tenía todas las medidas de un ser ejemplar. En todo, incluídas sus virtudes republicanas. Su talento excepcional de aborigen riosuceño, con la malicia que destacaba Gaitán, su agudo sentido del humor, su capacidad para encontrar la sal de la vida y celebrarla estruendosamente con una carcajada que remontaba su origen telúrico para trascender montañas y pueblos. Con su biblioteca monumental al hombro y sin que se le escapara ningún detalle de la vida de los diferentes momentos de la historia. He tenido oportunidad de leer muchos libros salidos de su intelecto y en todos recoge, como ocurría con Germán Arciniegas, todo lo que es el alma de una nación. En el tomo IV de sus Obras publicadas por el Instituto Caro y Cuervo aparecen sus Coloquios  sobre la Cultura Colombiana. Hace despacio, hilvanado, sustantivo, un relato de todos los hombres y sus obras de la república, con sus etapas pasionales y políticas, su legislación, la ejecución de las obras, las cifras económicas, los valores cambiarios y los aspectos doctrinarios. El centralismo y el federalismo, los conflictos, las guerras y las posiciones antagónicas conservadoras y liberales. Difícilmente es concebible que alguien pueda asimilar y recordar con tanto detalle lo que fue la obra fecunda de Manuel Morillo Toro, tal vez el más aventajado de los estadistas del radicalismo. Y Otto discurre no solo como un espectador de todos esos sucesos hoy fascinantes, sino como el estudioso que penetra, discierne y diseca el meollo de las ideologías y de los hombres enzarzados en ellas.
         Fui su amigo. Todos recuerdan cómo vino a Cali especialmente para hacer el lanzamiento de mi obra Nariño y Miranda, dos vidas paralelas. Aquí lo tuvimos, dialogamos con él, lo oímos en la sápida cátedra coloquial en Café Gardel y en el Hotel Dann y donde se sentara alrededor de un buen tinto a dialogar como un filósofo alrededor de nada, o como el erudito, según el tema que le tocaran. Nos contó anécdotas que aun al paso de los años disfrutaba. Estaba en un pueblo del viejo Caldas acompañado del gobernador, hombre de valores pero al que le había cortado una pierna y, por la prótesis que usaba, lo llamaban Patepalo . La noche los cogió y se fueron a buscar un hotel alrededor de la plaza. Hotel de pueblo. Cuando llegaron el propietario con humildad disculpó la pobreza. Se sentía abrumado por el honor. Entonces Otto le dijo: No se preocupe por la pobreza, que todos lo somos. Lo único es que no haya comején y todo estará bien. Otro día, en una ciclorruta de Bogotá por donde pasaban todos en plan de deporte, Otto iba con su indumentaria infaltable: vestido de paño inglés León y Campana, chaleco, corbata, sombrero y paraguas inglés. Va pasando cuando hace el calor de medio día. Entonces un muchacho le dice: Oiga    hombre, y ¿dónde compró la sudadera ? 
Otra vez, cuando  era ministro de Trabajo, un lagarto lo seguía incansable, hasta que un día el ascensorista le dijo: Doctor, quítese ese lagarto de encima y vaya por el ascensor privado que queda acá atrás. Al otro día el ministro se fue por atrás, respirando contento. Al abrir la puerta el ascensor, allí estaba el lagarto. La paciencia de un hombre paciente como Otto voló en pedazos, y entonces  lo miró y exclamó: Vea hombre, no me joda más. Lárguese para la P. M. y el hombre, muy orondo, contestó: Y ¿con cuánto de sueldo dotor?
         Ah, el amigo que nunca más volverá, el que lo llenaba todo, el que suplía nuestro desaliento, el que invitaba a ser bueno, el que le hacía sentir a uno que un libro de ochocientas páginas era una delicia intelectual, el que encantaba con la historia y con las historias, el que reía con ganas, el que miraba la vida con naturalidad y gusto, el intelectual, el estadista, el de la memoria privilegiada, el liberal de siempre, el hombre realista y al mismo tiempo idealista, el hombre de ayer y lamentablemente no de mañana, porque era el último ejemplar de aquellos hombres que encarnaban lo justo y lo bueno, la inteligencia, la bondad y la alegría. Ya no estará más con nosotros, pero nos deja sus anécdotas,  sus libros y sus recuerdos que son patrimonio público.

Hace no más quince días me encontraba en mi oficina, donde me visitaba un amigo querido, dueño de El Gato y colaborador de la Universidad Libre, Frisco González. Había ido él a llevarme un epistolario de Rafael Uribe Uribe. Entonces le dije: Hombre, dígale al rector que hagamos un gran homenaje a este gigante del pensamiento cuyos cien años de su asesinato estamos conmemorando. Y traemos a Otto Morales Benítez para que dicte la conferencia que será grandiosa, porque ese era uno de sus personajes favoritos. Y le haremos el homenaje a los dos. Entonces lo llamé. Me pasó al teléfono. Estaba un poco pesado del oído, pero no tanto. Su lucidez y su alegría inundaban. Yo sabía que había pasado de los noventa y cuatro años. Y le conté la idea sobre Uribe. Se llenó de alegría y entusiasmo y de modo sonoro, con su acento paisa de siempre me dijo: Vamos para Cali.
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De: NTC ntcgra@gmail.com
Fecha: 24 de mayo de 2015, 8:47
Asunto: Otto Morales Benítez . Riosucio, Caldas, 7 de agosto de 1920 - Bogotá D.C, 23 de mayo de 2015. NTC ... HOMENAJE y MEMORIA
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Otto Morales Benítez 
95 años

Riosucio, Caldas, 7 de agosto de 1920 - Bogotá D.C, 23 de mayo de 2015.  

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Imágenes integradas 1

Otto Morales Benítez 
sus dos últimas visitas a Cali

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Fotografías y grabaciones: MIC, de NTC ...
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RAFAEL URIBE URIBE 
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http://rafael-uribe-uribe-tw.blogspot.com/
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De Otto Morales Benítez:

"Otto Morales Benítez y los 150 años del nacimiento de Rafael Uribe Uribe. Al liberalismo le faltan Uribes Uribes ... . ... para mi Rafael Uribe Uribe es uno de los grandes pensadores. He estado manifestando que no hay que decirle más general, sino estudiar y aplicar su trabajo y legado como un pensador, un humanista y un estadista, que fue lo que él representó en el pensamiento colombiano”.

Otto Morales Benítez (5 de Mayo de 2009, El Mundo, Medellín.


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